“Acabé con los recomendados”: Gilberto Herrera


El mayor reto fue transformar a una Universidad con ciertos privilegios para grupos de gente, que podrían considerarse abusos”, sostiene quien estuvo a cargo de la máxima casa de estudios de enero del 2012 a enero del 2018. “No podíamos tener un rector con chofer, con recursos para pagar comidas e incluso personal para atender en su casa, mientras tuviéramos alumnos que tenían que decidir entre pagar una fotocopia o una torta”.

Gilberto Herrera hace un somero análisis de su gestión, paladea los sabores más marcados que heredó de su desempeño como rector de la Universidad Autónoma de Querétaro y sostiene: “Teníamos que quitar esos privilegios que podían ser abusivos y pensar primero en los estudiantes, poder dar más becas y que ningún joven se quedara sin su apoyo económico”.

Se congelaron los salarios de los funcionarios de la rectoría durante los seis años, no hubo aumento alguno”, recuerda quien tras su paso por la oficina del histórico Cerro de las Campanas se convirtió en senador de la República. “Se quitó chofer, se quitaron los carros para todos los secretarios y el rector, se quitaron los gastos de representación, se quitó a todo el personal que estaba para asistir al rector y a los funcionarios, y se pasó realmente al trabajo académico. Más de la mitad de los estudiantes lograron tener un apoyo económico para sostener sus estudios”.

El también miembro del Sistema Nacional de Investigadores y ex director de la Facultad de Ingeniería igualmente resalta el tema del ingreso de nuevos estudiantes a la U.A.Q. cuando señala: Un problema fuerte fue el poder quitar el ingreso a la universidad por palancas, porque siempre nos llegaban senadores, diputados y hasta el gobernador con su lista de gente que tenía que ser admitida en la universidad”.

“Así se había usado. Muchos directores incluso manejaban las listas adicionales y sólo ofertaban a ingresar por examen a un número equis de estudiantes, mientras que otro número entraba por las listas de los recomendados”, reconoce sobre el tema, al tiempo que advierte un dato sorprendente: “Teníamos facultades en donde la mitad de los que ingresaban eran recomendados, no lo habían hecho por sus propios méritos”.

“Es una gran satisfacción ver, hasta la fecha, jóvenes yendo a tomar cursos para prepararse para el examen de admisión, sabiendo que la única forma de ingresar a la universidad es por su propio mérito, que es estudiar”.

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“Igualmente es satisfactorio el haber abierto las auditorías en la universidad. Nunca antes, desde la autonomía, se hacían, porque se pensaba que era algo malo que nos auditaran desde fuera, pero no es así; si íbamos a hacer las cosas bien, teníamos que abrirnos. Hasta la fecha se siguen dando. Es gratificante ver que los cambios perduran”.

Se entregó una universidad sana financieramente y en la forma de usar los recursos”, resume sobre su labor al frente de la más importante institución de educación superior estatal. “En seis años, a pesar de las observaciones debido a nuestras diferencias con el gobernador en turno, éstas no fueron resarcitorias y fueron totalmente solventadas”.



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