Usan las vacaciones para salvar vidas


Erick y Karla no deben parpadear durante su jornada laboral, ya que su función es “salvar vidas”. Aseguran que deben estar al pendiente de la gente que acude a las albercas a divertirse, sobre todo de los menores, quienes aunque acuden con sus papás éstos muchas veces se confían precisamente por la presencia de los salvavidas.

Saben que en cualquier momento dejan las sandalias y la gorra, para tirarse al agua a brindar apoyo a la persona que lo necesite. Dicen que afortunadamente no es común, aunque el de ellos es un trabajo que se requiere forzosamente en las albercas, sobre todo cuando son concurridas en temporada vacacional.

“Uno de los aspectos en donde más cuidado debemos tener es en los niños que tienen la donita, porque sus papás se confían con colocarse y se olvidan un poco de ellos, pero en un momento dado pueden voltearse o tener un percance”, dijo Erick, quien a sus 21 años asegura que disfruta mucho su trabajo.

Al momento en que conversaba con Diario de Querétaro no quitaba la mirada de la alberca en el Parque Bicentenario en donde lleva un año de trabajar en apoyo a las familias que acuden a divertirse.

Cuando se presenta una situación de emergencia, como puede ser el caso de una persona adulta que ellos observen que se ahoga, dan un silbatazo para alertar a los otros tres y entre todos lanzarse para rescatarlo.

“El que esté más cerca se lanza primero para tratar de estabilizarlo y darle tranquilidad; es decir, que no se desespere mientras en segundos llegan mis compañeros y apoyamos a la persona para que salga con bien”, expresó Erick.

Comentó que alrededor de la alberca hay cuatro salvavidas para estar al tanto de lo que ocurre en cada esquina y un área específica que visualmente trazan. En uno de esos extremos está Karla, quien igual afirma estar contenta con su trabajo.

“Tengo 12 años en esto, bueno desde que empecé a trabajar en este lugar, aunque realizo otras actividades”, expresó, al compartir que tiene su carrera profesional y que además se dedica a la gastronomía.

Indicó que en algunas ocasiones surgen situaciones en cualquier momento, en donde deben actuar para salvar a la gente. Dijo que uno de esos casos fue cuando una madre de familia dejó acostado a su pequeño cerca de una cascada artificial, lo recuerda, cuando repentinamente el pequeño se exaltó y aparentemente convulsionaba.

“Me tocó estar cerca y tuve que intervenir para apoyar al niño; darle algunos de los primeros auxilios, y todo salió bien”, argumentó Karla.

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Al igual que Erick conversa, pero sin quitar la mirada del agua, porque debe estar al tanto de cualquier movimiento extraño que pudiera presentarse y que requiera que se lancen al agua.

Ambos disfrutan su trabajo, aunque deben estar protegidos de los rayos ultravioleta. Portan gorras o sombreros, además alguna playera de manga larga para cuidar los brazos.



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